miércoles, 30 de diciembre de 2009

Prólogo y otras frutas

Sin saber cómo arrancar, solo voy a obligarme a no dejar de publicar ésta, mi primer entrada en el blog, ya que el hecho de ser estudiante de 3er año (suena mucho más elegante que decir "con nueve materias aprobadas") de Ciencias de la Comunicación en la UBA, y muchas otras causas que quizás algún día publique, me llevan a verme con la cuasi obligación de tener un espacio de expresión escrita público (privado lo tenemos todos, el que me diga que no va a estar de una forma u otra mintiendo).
Quizás tampoco tenga tópico sobre el cual explayarme, ni perfil de los futuros lectores a los que aspiro, pero para estar en concordancia con el medio electrónico que permitirá la publicación de este escrito (los blogs son un fenómeno social, Semiótica I lo deja bien clarito), puedo comentar que no he encontrado más de cinco espacios en Internet en los que la posibilidad de publicar comentarios no signifique la creación de disputas y peleas interminables, mayormente sin argumentos claros, y en general muy alejadas del tema central que el artículo trataba.
Esto puede observarse en infinidad de ejemplos, puedo nombrar algunos de los que suelo presenciar, como son todas las noticias de los diarios en su versión digital (inclusive aquellas noticias cuyos titulares son "Comienza el verano con 35º de sensación térmica"; sí, esa noticia también va a desencadenar en alguna pelea entre supuestos defensores del medio ambiente y científicos nucleares retirados, o algo que se asemeje), los foros (el fanatismo de quienes escriben en los foros suele ser extremo y esto obviamente provoca enfrentamientos imposibles de entender, ya sea foro de algún club de fútbol, banda de música, personaje actoral u otros), las revistas digitales de música, espectáculos, deportes y todos los temas tan abarcativos como los anteriores.
No estoy en contra de la discusión, al contrario, creo que las discusiones son la clave para una mejor comunicación entre todos nosotros los seres humanos, pero sí supongo que todos deberíamos aprender a escuchar, aprender a entender todas las voces que nos rodean y empezar a investigar sobre cada acontecimiento que nos toca (o no) a diario. Y recién ahí, cuando estemos capacitados para defender argumentos sobre lo que queremos explicar a otra persona, tomarnos las discusiones con calma y como lo que son: intercambios de opiniones. No pido un mundo Mirtha Legrand sin puteadas, sino un poquito de tranquilidad para que las palabras no terminen siendo vacías de contenido como tantas de las que escuchamos todos los días.


Será mi voz la que vuelva por aquí, espero...